Cultura

Aquí me pongo a crear, al compás de la viñeta

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Roberto Bernhardt, conocido en sus redes como Rockbert99, crea historietas para su Instagram con más de 19 mil seguidores. La ciencia ficción y los gauchos están presentes en su última historia “Ramón, el gaucho interdimensional”. El proceso creativo, las redes sociales y su participación en una antología digital de historietas.

“Veo un vacío creativo de algo que no estoy encontrando, que quiero ver, y ahí empiezo”, dice Roberto Bernhardt, historietista digital, al intentar explicar su vocación y el germen del proceso creativo. Publica sus historietas en redes sociales y suele nutrirse de la cultura gaucha, la ciencia ficción y lo paranormal. Su foto de perfil es una caricatura que lo muestra con lentes de rockero, la barba que tenía cuando empezó su cuenta, el fondo naranja que rinde homenaje a su juego favorito (half-life) y una gorra con el logo de sus personajes más queridos: Los hermanos Ferryman.

Bernhardt nació en Paraguay, pero tuvo un destino más bien nómade: a los seis años se mudó a Bolivia con su familia y a los ocho ya dibujaba sus primeros comics en el colegio de ese país; a los doce se fue a Uruguay, donde continuó haciendo historietas y junto a sus compañeros intervino en distintas competencias de comics; a los 18 se fue a vivir a Buenos Aires y actualmente está radicado en Entre Ríos. Abreva en la cultura autóctona de Sudamérica para argumentar algunas de sus historias, que pueden leerse en su cuenta de Instagram @Rockbert99, con más de 32.000 seguidores.

 -¿Cómo comenzó tu contacto con la historieta?

-Lo que hacía básicamente era buscar las historias que me gustaría ver en la tele y quizá no estaban. O sino, si había una historia que me gustaba mucho, hacía esa historia en mi versión. Yo veía una serie, allá por el 2008, que se llamaba “24”; cada capítulo era un día en la vida de un agente antiterrorista. Ese concepto de un capítulo de una hora real lo usé muchas veces para mis cómics, pero en vez de ser algo relacionado con terroristas lo hacía con monstruos, superhéroes y cosas así. No era muy prolijo el proceso.

-¿Y ahora?

-El origen suele ser igual: ver un vacío de algo creativo que no estoy encontrado y quiero ver y ahí empiezo, pero después ya tengo ciertos pasos. Me gusta primero adentrarme un poco en la historia y una vez que empiezo a ver hacia dónde puede ser que se dirija, me siento y escribo.

-¿Cómo surgió la idea de compartir tus historias?

-Es algo que hace años quería hacer porque siempre pensé que iba a ser más feliz si podía tener feedback con mis historias. Nunca pensé: “Me voy a sentir realizado cuando empiece a vender mis historias”. Siempre pensé: “Voy a ser feliz cuando tenga personas interesadas en leerlo”. Cuando empecé con los Ferryman , me hice un grupo de diez amigos y les dije: “Me gustaría que lean mis historias, no sé si les molesta si les mando por correo una vez cada tres meses, cuando tenga un cómic terminado y ustedes me ponen que les parece”. Casi todos me dijeron que sí.

-¿Esto cuándo fue?

-A principios del 2018, un tiempo antes de hacerme la cuenta en redes sociales. A estos amigos les gustaban tanto los cómics que se enganchaban con la historia. Algunos me enviaban mensajes larguísimos explicándome porqué les había encantado y qué cosas les gustaría que mejore. Y esa sensación, que era hermosa, me hizo apreciar el valor del feedback mucho más. Y me hizo entender que tengo que buscar esto sí o sí; tengo que meterme en este mundo creativo y mostrar para que la gente lo vea, porque también ese es un problema: vos podés ser muy bueno, pero si nadie te lee por ahí sentís que no estás haciendo nada.

-¿Cuándo empezaste en Instagram?

-También en ese tiempo. Antes de llamarse Rockbert la cuenta se llamaba Robert comics, muy creativo (risas). Y era una poronga básicamente, no entendía el formato de Instagram. Cero pegada tenía lo que compartía y no sumaba más de 200 seguidores. En un momento que estaba todo mal en mi vida –sacaba malas notas en mi carrera, había subido de peso, todo mal-, se me ocurrió un chiste con un personaje barbudo -yo en ese momento tenía barba- y dije: “Ah, podría ser este chiste”. Era de un chabón que estaba sufriendo y sintiendo qué la vida era terrible. Entonces pasaba otro chabón y decía: “¡eh boludo!, tenés 22, deja de hinchar los huevos”, o algo así. Si lo que subía hasta ese momento tenía 20 o 30 likes, esto tuvo cien. Ahí fue cuando hice el click y dije: “Ah, quizás si quiero que la gente se interese por mi contenido más serio debería haber contenido humorístico”. Y ahí empecé. Entendí que el humor era una forma de llegar al día a día de la gente, porque nadie se va a sentar a leer una biblia que estás escribiendo si no significas nada para ellos.

Rockbert, además de hacer humor, escribe y dibuja una tira semanal:”Ramón, el gaucho interdimensional». Es la historia de un gaucho transportado a otra dimensión que sobrevive a civilizaciones alienígenas. Incluye temas de su disfrute como la estética “western” de la historia, la cultura gaucha argentina y los escenarios basados en el mundo extraterrestre del videojuego Half-life. Algunas veces publicar a Ramón se le dificulta: Mantener mi página me saca mucho tiempo de las actividades principales, apenas puedo hacer a Ramón. Tengo una relación amor odio con él, porque si me tomo unos días para hacerlo la cuenta empieza a bajar su alcance”, explica.

-¿Públicas una tira diaria?

-Sí, hago una tira diaria. Bah, intento hacer una tira diaria. Básicamente para hacer una tira todos los días tenés que usar cada ratito libre que tenés. Yo generalmente dibujo a la mañana temprano. Trato al mediodía también un ratito y después a la noche. Las ideas que tengo están anotadas. Entonces mi trabajo simplemente es sentarme y hacerlo, cuando tengo un tiempo, para después subir la tira. Antes decía: “Bueno, tengo que subir todos los días más o menos en el mismo horario”, pero es imposible (risas), no puedo. Hace poco estuve un mes y algo sin subir nada. Fue hermoso la verdad, mi cerebro se revirtió.

Rockbert participó en  “Porongo”, una propuesta que reúne a muchos historietistas y escritores de las redes en una sola revista de casi 100 páginas.

-¿Cómo fue dibujar para esa revista?

-Quise estar en la primera edición, pero no pude por falta de tiempo y porque soy un despelote. Mantener mi página me lleva mucho tiempo. Y como vi el tweet, sabía quiénes iban a estar. De los que conocía sabía que eran muy buenos y que iba a ser muy buena la revista. Entonces cuando llegó la chance del segundo capítulo me tomé cada momento para poder llegar. El día antes de la venta le entregué la portada (risas). Quedó bien por suerte.

-¿Qué opinas de la revista?

-Está bueno el proyecto porque lo que trata de hacer es realzar el cómic argentino, que es bastante under. Entonces está bueno, pero tenemos que esperar a tener más números para ver cómo puede llegar a impactar. A este ritmo, si cada número puede ser de cien páginas y mantener la misma cantidad de artistas, la revista va a crecer mucho y va a dar que hablar.

 -¿Cómo imaginás tu historieta en las redes dentro de cinco años?

– Cinco años es muchísimo tiempo. El tiempo de internet es como si nosotros fuéramos perros viviendo en el tiempo humano. Un mes es una eternidad, desapareces un mes y nadie te conoce. Lo que sí te puedo decir es esto: a la gente de hoy que los próximos tres o cinco años siga metiéndole contenidos, se siga reinventando y buscándole la vuelta a lo que hace, le va a ir bien.

(Artículo publicado por gentileza de Revista EL SUR)

*Ernesto Funes es estudiante de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Río Cuarto.

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