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Belén Altamiranda Taranto: luchando, como una Abuela
“Estoy con muchas actividades, pero mañana a la tarde puedo”, escribió por WhatsApp. Marzo es un mes de agenda complicada para quienes forman parte de Organismos de Derechos Humanos. Entre presentaciones, actividades y encuentros, que marcan el camino hacia el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, Belén Altamiranda Taranto se toma un tiempo para hablar sobre su historia personal y su presente como titular de la filial de Abuelas de Plaza de Mayo en Córdoba.
“Esta fecha, cuando te quedas un ratito en silencio pensando o reflexionando, no deja de ser dura y de movilizar un montón de sensaciones. Para mí estar ocupados con varias actividades hace que la fecha pase, pero que la transitemos de otra forma”, comenta Belén, una de las nietas recuperadas por Abuelas de Plaza de Mayo, integrante de su comisión directiva y la primera en asumir la titularidad de la filial cordobesa de la organización.
Todas las actividades de la Semana de la Memoria culminan hoy, 24 de marzo, en la marcha que iniciará a las 17 horas en Colón y Cañada. Allí estará presente Abuelas, con la esperanza de que, una vez más, miles de personas salgan a las calles para reflexionar, abrazarse y recordar a los 30.000 desaparecidos.
“El 24 se marcha como país, es el día que nos permite una jornada colectiva de reflexión. La consigna de este año es ‘Frente a la impunidad y la crueldad, la Memoria nos une por un país más solidario’, porque creemos que este día refuerza el compromiso con la construcción de una sociedad más respetuosa con los Derechos Humanos. Saldremos con una sonrisa, como ellas (las Abuelas) nos enseñaron”, señaló.
Belén es hija de Rosa Luján Taranto quién fue secuestrada el 13 de mayo de 1977, junto a su pareja Horacio Antonio Altamiranda, en Florencio Varela. Rosa transitaba el séptimo mes de embarazo y en junio de ese año dió a luz en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Parió vendada, sin saber si había tenido una niña o un niño. Tres meses después, la niña que los militares entregaron al Movimiento Familiar Cristiano, fue dada en adopción. La familia de crianza la llamó María Belén.
– ¿Recordás cuándo empezás a dudar de tu identidad?
– En mi caso siempre supe que las personas que me criaron no eran mis padres biológicos, pero de chica el tema era tabú para mí. Además tenía un sentimiento de abandono, de que me habían dado en adopción porque no me querían. Estar en esa burbuja me impedía apuntar a pensar algo más. Cuando crecí fui abriendo un poco la cabeza y se empezó a generar esa inquietud que yo tenía dentro mío, pero que no podía poner en palabras. Ahí surge el querer saber sobre mi identidad y origen biológico.
– En ese momento, ¿cómo das con Abuelas?
– Recién en la universidad empecé a escuchar sobre la dictadura y las Abuelas de Plaza de Mayo. Antes, en el primario y el secundario, no había visto nada del tema. Fue el escuchar testimonios de nietos restituidos y la lucha de las abuelas lo que me hizo empatizar con la causa. Me acerqué a ellas con la convicción de que podía ser una de esas nietas que buscaban.
Armar el rompecabezas
Abuelas denunció a la Justicia más de 500 casos vinculados a una práctica sistemática de robos de bebés. Belén fue la restitución número 88 y, al día de hoy, son 139 los nietos y nietas encontrados.
360 personas continúan siendo buscadas por sus familiares y Abuelas. Belén asegura que el camino hacia la verdad es, en muchos de los casos, un proceso duro de transitar. Tomar la decisión de enfrentarse a las dudas, liberándose de prejuicios, es el primer y difícil paso.
Con la convicción de quien pasó la tormenta y vio salir el arcoíris remarca que todo el proceso vale la pena, porque “saber quién sos es vital”.
Belén empezó a armar el rompecabezas de su historia en 2005, cuando con 28 años se presentó voluntariamente en la sede de Abuelas de Córdoba. A mediados de 2006 la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) tomó su caso. Luego de realizar la investigación documental se ordenó el análisis de sangre.
El 29 de junio de 2007 el Banco Nacional de Datos Genéticos le informó que era hija de Rosa y Horacio. Ese día, a sus treinta años, pudo empezar a encastrar algunas piezas de ese confuso rompecabezas.
El invierno de 2007 fue frío. Las temperaturas se mantuvieron extremadamente bajas a lo largo de esos meses. Sin embargo, para Belén, más que un invierno fue una primavera. Fue presentada como la octogésima octava nieta restituida y, además, pudo conocer a sus cuatro abuelos.
Irma Rojas fue una de las históricas integrantes de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Sin descanso había luchado para encontrar a su hijo, Horacio, su nuera, Rosa y su nieta. En 2007 pudo conocer y abrazar a Belén. Lo mismo su abuela materna, Haydé Córdoba.
Conocer a sus abuelos, tíos y primos le permitió reconstruir su historia familiar y, junto a ellos, descubrir quiénes habían sido sus papás. “Todo lo que uno puede reconstruir es a partir del relato de quienes los conocieron. Es como armar un gran rompecabezas en donde el recuerdo de los otros y sus anécdotas te permiten reconstruir quienes eran”, comenta la nieta varelense radicada, hace ya muchos años, en Córdoba.
Al mismo tiempo que recuerda su historia personal, no olvida mencionar la importancia del Archivo Biográfico Familiar para que los nietos recuperados puedan reconstruir su historia.
Para Abuelas, el archivo es uno de los acervos más preciados. El mismo cuenta con entrevistas realizadas a familiares, amigos y compañeros de quienes fueron víctimas del terrorismo de Estado y continúan desaparecidos. Cada vez que un nieto es restituido se le entregan esos documentos que le permiten construir la imagen de sus padres, abuelas y abuelos.
– ¿Qué cambió en vos a partir de descubrir tu identidad?
– Hoy lo cuento con risas, pero cuándo recibí el resultado del ADN fue un shock porque yo pensaba que iba a tardar más tiempo. Los primeros días sentía que estaba viviendo una película en la que yo no era protagonista. Ese domingo (1 de julio) viajé a Buenos Aires y ahí empezó toda una historia maravillosa. La vida me cambió para siempre, pero para bien. Más allá de un rasgo físico o de personalidad, lo que mis papás me dejaron fue el encontrar la razón de transitar está vida, asumir la lucha por la identidad, la justicia y continuar la lucha para recuperar los nietos que aún nos faltan.
La vida me cambió para siempre, pero para bien. Más allá de un rasgo físico o de personalidad, lo que mis papás me dejaron fue el encontrar la razón de transitar está vida, asumir la lucha por la identidad, la justicia y continuar la lucha para recuperar los nietos que aún nos faltan.
Belén Altamiranda Taranto
La lucha continúa
Desde 2008, Altamiranda Taranto trabajó a la par de Abuelas de Plaza de Mayo. Se involucró en la causa y buscó aportar su “granito de arena”.
En noviembre de 2023, tras el fallecimiento de Sonia Torres, referente de Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba y quien inclaudicablemente luchó en defensa de los derechos humanos, Altamiranda Taranto se convirtió en la nueva titular de la institución.
“Fue un desafío la verdad. Me tocó en un momento de mucho dolor, por todo lo que Sonia significa para mí. Tomé el rol con mucho agradecimiento y gratitud hacia Abuelas”, cuenta Belén.
La filial de Córdoba es la segunda más grande del país y eso hace que siempre haya mucho trabajo por hacer. “Todos los días son un desafío, además nos tocó en una coyuntura que no es fácil. Sin embargo, Abuelas es una familia muy grande y contenedora, con un equipo que hace todo posible. Venimos de un año en el que no sabíamos si íbamos a poder continuar, y hoy estamos de pie con la convicción de seguir”, remarcó.
Durante los últimos años, con el avance de la derecha, afloraron los discursos negacionistas. Sumado a ello, el gobierno de Javier Milei avanzó con el desfinanciamiento de los organismos de derechos humanos, sobre las políticas públicas de memoria, verdad y justicia y sobre el conjunto de instituciones que bregan por esclarecer los crímenes de lesa humanidad que ocurrieron en la última dictadura militar en Argentina.
Abuelas de Plaza de Mayo tuvo que reinventarse para sobrevivir como institución. Altamiranda Taranto asegura que lo más doloroso y preocupante es “sentir que tenemos que volver a hablar de cosas que pensábamos que ya no, que las dábamos por sentadas. Fue un año de mucha angustia porque los discursos de odio, sobre todo de quienes ejercen funciones públicas, no generan nada bueno”.
– En lo particular, ¿qué te da la fuerza para continuar como titular de Abuelas Córdoba?
– Siempre digo que no es fácil, pero siento mucho el respaldo de Abuelas, nietos y hermanos. La lucha continúa y con eso tenemos un compromiso muy grande. Siento que mi lección de vida es continuar hasta que aparezca el último de los nietos que estamos buscando. Es sacar fuerzas y seguir porque aún falta mucho por hacer. Más allá de extrañar a Sonia todo el tiempo y todos los días, trato de recordar todo lo que nos enseñaron ellas, y una de esas cosas es que nos enseñaron a trabajar con mucho amor.
Si naciste entre 1975 y 1980 y tenés dudas sobre tu identidad, o si crees conocer a alguien que podría ser hijo/a de desaparecidos, ingresá en abuelas.org.ar.
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