Cultura

CILE 2019: lo que se quiere discutir y lo que no se discute

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Durante poco más de tres días, la capital cordobesa se convirtió en el centro de la escena del mundo hispanoparlante al desarrollarse en la ciudad el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española. Las horas que pasaron desde el mediodía del miércoles 27 hasta entrada la tarde noche del sábado 30, sirvieron para poner sobre el tapete algunas de las discusiones más trascendentales que por nuestros días cruzan al desarrollo del segundo idioma más hablado del mundo.

Más allá de los resquemores previos que se crearon en torno a la presencia de las autoridades “reales” que se adjudican la “corrección” en torno al uso del idioma, las jornadas que concentraron la atención de gran parte de la intelectualidad y la academia en Córdoba terminaron por adquirir el cariz que el propio director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, osó imprimirle durante su discurso en la jornada inaugural, cuando dijo: “Que se discuta todo lo que se quiera discutir. Y si no se quisiera discutir, pues que no se discuta”.

Entre los discursos más polémicos, que incluso mereció contrapuntos que se repitieron en las exposiciones que le continuaron a lo largo del Congreso, se encuentra el que Mario Vargas Llosa desplegó durante su primera intervención en nuestra ciudad. El peruano afirmó que «América era una torre de Babel cuando llegaron los europeos y estaba, literalmente, bañada en sangre. Las controversias que ha generado la conquista desaparecen cuando se trata de la lengua«. El Nobel de Literatura avanzó en su desarrollo cargando sus palabras en contra del Presidente mexicano que semanas atrás había pedido a las autoridades españolas y al Vaticano que pidiesen disculpas por los hechos que tuvieron lugar durante las conquistas que se sucedieron desde 1492. “Tengo la impresión de que el mandatario mexicano se equivocó de destinatario. Debería habérsela mandado a sí mismo. Responderse porqué México que se incorporó hace 500 años gracias a España porqué tiene millones de indios explotados y pobres. Ningún país latinoamericano ha resuelto la situación de los indios«. Vargas Llosa defendió los “valores”, los “conocimientos” y la “cultura” que los europeos tarjeron a este lado del mar y señaló que “con la lengua española llegaron muchas cosas. Llegó Grecia, llegó Roma, llegó el Renacimiento. Llegó Aristóteles. Y llegaron valores como la libertad, los derechos humanos y una conciencia moral que juzga nuestros actos por no haber resuelto problemas que llevan cinco siglos«.

Sin saberlo, o tal vez conociendo la provocación, Vargas Llosa disparó un tópico que fue cruzando la mayor parte de las exposiciones más resonantes del CILE 2019 (o por lo menos aquellas que tuvieron una mayor llegada al masivo y que no se concentraron en cuestiones de orden interno o en cuestiones de excesivo corte académico que tienen más que ver con la vida de Real Academia y el Instituto Cervantes que con el desarrollo del idioma en sí). No era raro suponer que mayor parte de las respuestas iban a venir desde los expositores de origen latinoamericano.

La escritora Claudia Piñeiro, en su participación en el panel “El valor del español como lengua de culturas. Literatura, oralidad y folclore”, puso a jugar la experiencia de tres mujeres que abrevan en las culturas populares de la Argentina a la hora de llevar adelante su obra: Mariana Carrizo, Charo Bogarín y Miss Bolivia. Las definió como “narradoras que recibieron el mensaje del viajero que viene de lejos, pero que no soltaron la tradición y la historia de quienes se quedaron en la tierra de origen. Mujeres que no aceptan, en el siglo XXI, un conquistador”.  Piñeiro recomendó que el próximo encuentro lleve el nombre de “Congreso de la Lengua Hispanoamericana”, habló de “la voz potente de la impotencia” y a partir de ahí puso cruzó tres cuestiones que se metieron de prepo en las conversaciones a lo largo de todo el tiempo la edición del CILE: el reconocimiento de las lenguas originarias, el lenguaje como herramienta de opresión y el desafío que se abre a partir de la aparición del leguaje inclusivo. “La lengua está viva y siempre será con el tiempo lo que el uso determine. No sabemos hoy si el lenguaje inclusivo terminará siendo adoptado por la lengua española, lo sabremos en el futuro. Pero muchos de los que están en contra del uso del lenguaje con perspectiva de género argumentan desde el lugar de una supuesta superioridad, con subestimación y algo de prepotencia. Casi como el conquistador que está imponiendo sus reglas en otro territorio”, señaló.

El de Mempo Giardinelli fue otro de los puntos fuertes entre los expositores que pasaron por Córdoba durante el fin de semana. “No soy lingüista, solo apenas un escritor de ficciones. Si bien es cierto que históricamente los escritores de nuestra América tenemos la responsabilidad de ayudar a que nuestros pueblos mejoren su expresión hablada y escrita, es ese el curioso magisterio que recorre nuestra geografía. La escritura es una versión, acaso la más bella de la lengua que hablamos. Es por ello que las lenguas bien habladas y escritas contribuyen a la estética del mundo y es claro que la democracia se construye desde el bien decir” dijo el chaqueño mientras promediaba su exposición.

En su propuesta de discutir la forma en que nuestro idioma se presenta antes el mundo, Giardinelli bregó por nombrar “castellano” a aquello que hoy se nombra “español” y centro esa discusión en un tema de raigambre política y económica a partir de la cual se organiza el mundo. “Los desafíos no los plantea el español sino el neoliberalismo global que hoy predomina en el mundo, y que en materia educativa es especialmente peligroso. Ahora en este país y desde hace mucho en países vecinos observamos el paulatino y peligroso reemplazo de pedagogos y maestros por gerentes e instructores provenientes de dudosas disciplinas. Educar y cómo hacerlo es una decisión política, como también lo es no hacerlo. Por lo tanto, la precisión y modo de uso de la lengua que habla y en la que lee y se expresa cada sociedad también lo es. La lengua que hablamos es una cuestión política. Este Congreso también es político, porque es una continuidad de una decisión política tomada por las autoridades del Estado Español: la de consagrar a la lengua que ahora llaman español como hegemónica síntesis de todas las lenguas de todos los pueblos que hablan lo que nosotros llamamos castellano”, señaló.

En medio de las discusiones políticas y académicas, que por momentos amagaron a ser un tanto acaloradas, el Congreso sirvió para celebrar a la lengua en sus expresiones más tradicionales, principalmente españolas. Entre los acontecimientos que mayor repercusión obtuvieron se realizó un concierto homenaje a Manuel de Falla, se celebró una nueva edición de Rayuela, de Julio Cortázar, y se homenajeó a Joaquín Sabina. Precisamente fue el compositor quien, horas previas al concierto que lo homenajeó, concentró la mayor convocatoria en el Teatro Libertador San Martin cuando participó del panel «Poesía y diversidad cultural», donde se concentró en la lectura de prosa y poemas, evitando “teorizar”, según sus propias palabras. «No estoy en absoluto dotado para la teoría y la erudición, aunque con el auge de los pequeños nacionalismos que, por desgracia, estamos sufriendo en el mundo, yo me considero de una patria mucho más grande que es mi lengua española y creo que es un milagro que ustedes se hayan reunido para opinar de poesía y palabras llenas de magia porque la misma lengua que sirve para pelearse con alguien en un bar o para cualquier cosa sirve para darle unas gotitas de magia«, afirmó.

Hacia el sábado, el cierre del Congreso contó con la exposición de la cordobesa María Teresa Andruetto quien logró resumir algunos de los temas centrales del CILE a partir de su lectura en torno al estado de la lengua castellana por estas horas.

Allí aparecieron de nuevo las cuestiones históricas, las políticas y las económicas. La autora planteó un posicionamiento crítico ante lo que consideró una vieja intención de la Real Academia por “corregir americanismos” y recordó que sólo en la Argentina existen 19 lenguas que logran sobrevivir y 3.000 escuelas bilingües.

Para Andruetto, “el castellano de esta América es un conjunto de variables mestizadas por pueblos originarios, aportes árabes, africanos, europeos y asiáticos que –esclavizados, sometidos, aceptados o bienvenidos- impregnaron nuestros modos de decir y de pensar”. Por eso, toda intención de convertir a la lengua en algo quieto y uniforme no busca incidir solamente “en el modo de decir, sino en el modo de pensar«. «Todas las relaciones humanas están mediadas por la política, atravesadas por diferencias de poder, y ese poder se materializa en el lenguaje que es producto de la actividad humana colectiva y refleja en todos sus elementos tanto la organización económica como sociopolítica de la sociedad que lo ha generado«, advirtió.

«La lengua nos da muestras de saber transformarse sin destruirse» señaló la escritora que dedicó líneas también a analizar el uso del lenguaje inclusivo y los posicionamientos que se confrontan en torno a su aceptación por parte del RAE. En ese sentido cuestionó la falta de un espacio específico dentro del Congreso que tuvo más de 200 mesas sin que ninguna se concentrase en uno de los temas que invariablemente se metió en todas las exposiciones. «Desconozco si la Academia y el Instituto tienen mujeres en sus directorios, pero si las tienen, ellas no han dado sus opiniones a la prensa. Se dijo que hay 250 ponentes de 32 países, 250 ponentes y ni una sola mesa de discusión sobre un tema como es la inclusión de género, vivamente presente en la agenda actual, tanto de América latina como de España» disparó en medio de su exposición.

Andruetto también advirtió sobre la necesidad de que sean los países sede los que establecen las dinámicas y las temáticas que deberían ser abordados y no, como se hace en la actualidad, dejar dicha responsabilidad en manos exclusivas de las autoridades españolas. “Necesitamos diversidad en las lenguas, como parte de la diversidad en los ciudadanos. Cada lengua tiene su forma y es una energía que se inventa todo el tiempo. La uniformidad no es el camino. Necesitamos oírnos«, advirtió.

«Perder la forma de contar sería perdernos, sería una nueva forma de barbarie«, finalizó en el discurso que cerró el CILE cordobés con un cerrado aplauso del renovado Teatro Libertador San Martín.

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