Análisis

Cuidado con el horóscopo de las encuestas de campaña

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A medida que se acercan las dos elecciones nacionales legislativas que tendremos antes de fin de año, comienzan a multiplicarse las encuestas que pretenden anticipar hacia cuáles listas partidarias terminarán yendo los votos.

Cada semana, en los principales medios periodísticos del país, se publica el promedio de una docena de encuestas que supuestamente anticipan qué estamos pensando hacer los argentinos en el cuarto oscuro.

Nos dicen si la vicepresidenta Cristina Fernández perdió seguidores en la selva urbana del Conurbano bonaerense, si ahora los más jóvenes están pensando a votar al macrismo, si los cordobeses siguen enamorados de Schiaretti o le piensan dar la espalda a la hora de elegir senadores y diputados nacionales para Córdoba.

Puede y suele fallar

Estas encuestas son realizadas y empaquetadas, y después enviadas a los medios, por los mismos encuestadores que llevan años fallando estrepitosamente a la hora de predecir los comportamientos electorales.

Recordemos que en la última elección presidencial de 2019, hasta horas antes de las PASO, casi no hubo un solo encuestador que diera correctamente la enorme diferencia a favor que terminó obteniendo Alberto Fernández.

Además, en la elección definitiva, muchas de estas empresas anunciaban un virtual empate entre Macri y Fernández, quien finalmente terminó ganando la elección por ocho puntos de diferencia, 49 a 41 por ciento.

Alguien debería advertirnos de que la enorme mayoría de las encuestas que hoy circulan, no son serias. No tienen ninguna garantía de precisión, ya que la mayoría están hechas con metodologías que no les garantizan credibilidad. Los periodistas no deberíamos difundir encuestas realizadas con metodologías precarias, porque es casi lo mismo que difundir fake news.

Así como ahora se proyecta colocar octógonos negros de advertencia sobre la composición peligrosa de algunos alimentos, las encuestas tendrían que venir con advertencias similares: “Cuidado, probablemente estas estimaciones son inciertas y muy difícilmente guarden correspondencia con la realidad”.

Antes las encuestas se hacían persona a persona, cuestionario mediante, o a través de contactos telefónicos directos entre personas. Pero muchas de las que estamos viendo estos días y la mayoría de las que vamos a ver hasta las elecciones son relevamientos realizados de forma precaria.

Hoy algunas encuestas políticas se hacen al azar, a través de cuestionarios en Facebook, por medio de preguntas enviadas ilegalmente a números privados de WhatsApp, o a través de grupos personas que se inscriben en plataformas para ganar dinero respondiendo preguntas, a través de formularios de Google Drive que responden los que tienen ganas y los que no tienen ganas ignoran.

Hay encuestas enviadas por mail que ofrecen premios por sorteos a los que respondan. Las encuestas realizadas a teléfonos fijos también perdieron su relevancia y seriedad, dado que la mayoría de la población está dejando de usarlos y hay grandes sectores de la sociedad que nunca accedieron a poder pagar una línea telefónica tradicional.

Fenómeno global

Las encuestas más creíbles son las presenciales, pero casi nadie las realiza y pocos grupos políticos las encargan, porque son las más costosas.

Además, si entramos en precisiones, las encuestas tienen que tener un número suficiente de encuestados que le den credibilidad a la muestra, una correcta distribución geográfica, una ajustada segmentación del publico a encuestar, ya sea por sexo, edad, posición económica, etcétera. Todo esto es muy difícil de conseguir con los métodos random que se ven ahora.

Las encuestas vienen fallando estrepitosamente y no solamente en Argentina. Las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos y en España, por ejemplo, fueron grandes papelones para los encuestadores.

En la última elección presidencial norteamericana los encuestadores afirmaban que habría una ola demócrata que barrería al republicano Donald Trump, pero la victoria de Joe Biden terminó siendo ajustada, por cuatro puntos.

Por eso, cada vez que leamos o escuchemos que tal encuesta dice que a tal político o a tal partido político le va a ir bien o mal en las próximas elecciones, tengamos en claro que muchas veces se trata de una quiniela, hecha con una metodología precaria, que tiene muy pocas posibilidades de resultar acertada. Es decir, es una astrología envuelta en un vestido matemático, a la que muchas veces el universo no le cumple sus expectativas.

*Periodista de la sección dominguera Primer Plano. Profesor de Investigación Periodística. Coordinador de Informes Especiales en La Voz del Interior. Autor de los libros «La Sagrada Familia», sobre corrupción en el Poder Judicial y «El reino de los Juárez», sobre Santiago del Estero.

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