Cultura

Fandermole: «La canción es un reservorio de memoria y de cultura»

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Conocimos a Jorge Fandermole en las canciones que a comienzos de la década de los ochenta comenzaron a llegar desde Rosario como una brisa fresca en el panorama musical cruzado por los estertores de la dictadura militar y la aventura malvinense de los generales en el poder. Con el paso de los años, se fue convirtiendo en uno de los cantautores más importantes de la música popular de nuestro país con marcada influencia, incluso, en la música del continente. El próximo 7 abril llegará a Córdoba acompañado por otro referente de canción popular, Juan Quintero.  «Con Juan tenemos una relación que data de muchísimo tiempo y ya hemos tocado juntos en varias oportunidades» dice el cancionista nacido en Pueblo Andino en la previa a su llegada a la capital mediterránea. «La realidad es que a ambos nos gusta mucho la música del otro y en esa coincidencia nos afirmamos para proyectar estos conciertos» advierte en este diálogo con Mano a Mano Córdoba. De músicas, generaciones, trovadores y canciones nacidas e interpretadas al calor de los humores sociales habla esta nota.

-¿Qué es lo que te atrae la música de Juan?
-A mi me parece que Juan es un gran intérprete, además de ser un tipo verdaderamente muy formado. Viene de una familia de escritores, de folcloristas y guitarreros y ha sabido tomar lo mejor de la tradición de la música popular argentina y la ha modificado pasándola por su experiencia. Es un compositor admirable. El modo en que busca y ordena las cosas para dar forma a su creación poética y musical lo convierte en un gran creador. Eso me fue acercando a él, incluso desde el plano afectivo. Tengo un gran respecto por su trabajo y por eso me da muchísimo gusto compartir cosas con él.

-Hablas de tradición en la música popular argentina y no puedo dejar de lado que nosotros conocimos tus primeras canciones hace más de treinta y cinco años. Eso hace que en «lo tradicional» actual, también estén tus propias obras. ¿Cómo te llevas con ese lugar en el diálogo con las nuevas generaciones?
-Yo creo que el modo en que lo generacional incide sobre las maneras de hacer música va en muchos sentidos de un modo muy dinámicos. Me parece que cada uno de nosotros, los que hemos tomado referencias de tradiciones anteriores, también vamos nutriéndonos de nuestros contemporáneos. De los más grandes y de los más chicos. A mí me toca referenciarme en los más viejos, pero también en los tipos que son más jóvenes que yo y de los que aprendo mucho. Por eso digo que las referencias van hacia varias direcciones. Yo agradezco la posibilidad de haber compartido cosas con tipo que me enseñaron mucho como Lucho Gonzalez y Litto Nebbia o haber podido tratar con artistas de la talla de Mercedes Sosa, Chacho Muller o a Raúl Carnota. Pero a la vez tuve la suerte de haber estado a la par de gente como Rubén Goldín, Adrián Abonizzio, Juan Baglietto o Fito Paéz con quienes nos hemos influenciado mutuamente y, más acá, la alegría de poder tocar con Carlos Aguirre, Coqui Ortiz o el propio Juan que son un poco más jóvenes que nosotros. Supongo que ellos irán tomando algunas de las cosas que nosotros hemos hecho antes y así la dinámica nunca se detiene.

-Claro, en cierto modo, siempre continuaste trabajando con tus contemporáneos. Aquellos y estos. 
-Yo siento eso. Yo agradezco mucho el haber participado en un grupo de gente que ha podido integrar diferentes edades. A lo mejor eso no se había logrado en las décadas pasadas y yo me siento muy afortunado por haber trabajado con gente de diferentes extracciones y con diversas formaciones que a  su vez sirven para renovar la cabeza y la sensibilidad de uno. Esta claro que para eso debe haber una aceptación por parte de los demás con respecto a la forma en que uno trabaja y eso también me enorgullese. Creo que los que hemos podido trabajar en este sentido nos hizo crecer de alguna u otra manera.

«Juan Quintero es un compositor admirable» dice Jorge Fandermole. El sábado 7 de Abril se presentan juntos en la Sala de las Américas del Pabellón Argentina.

-¿Qué estas haciendo actualmente desde el plano creativo? ¿Hay nuevas canciones? ¿Existe la posibilidad de que eso vaya a terminar a un próximo disco o la dinámica viene imponiendo la interpretación en vivo?
-El modo en que muchos venimos presentando las nuevas canciones consiste en incorporar las nuevas creaciones a los espectáculos en vivo sin ningún tipo de estrategia relacionado con lo editorial o con la difusión. Cuando aparece una canción nueva y uno entiende que está bien resuelta, esa canción va a formar parte del repertorio de los conciertos. Después, se graba cuando se puede. Ahí ya empiezan a jugar otras cuestiones creativas que tienen que ver con las particularidades que tienen las grabaciones oficiales en donde la obra toma una forma definitiva.

-¿Y cómo vienen siendo tus presentaciones en vivo?
-En el caso puntual del concierto que vamos a brindar con Juan, venimos agregando y sacando canciones en la medida en que las obras van apareciendo. Las canciones se van sucediendo y nosotros nos vamos adaptando a eso. Tocamos nuestras canciones, hacemos algunas interpretaciones conjuntas y también hay cosas nuevas. Esa es una posibilidad. Por otro lado vengo tocando también con la banda (que se completa con Marcelo Stenta, Fernando Silva y Juancho Perone) y actuando sólo con la guitarra. Eso no lo quiero perder porque quiero que esa búsqueda se mantenga viva. Es mi manera de seguir andando el camino.

-Sos autor de algunas obras que se han convertido en parte sustancial del cancionero popular. Me gustaría preguntarte por el valor que encontrás a esa forma primigenia de la canción pelada, desnuda. A esa posibilidad de ejecutar la obra tal cual fue parida. 
-Me parece que es el modo más íntimo de vincular la creación más cruda con un público potencial. El subirse a escena sólo, con la guitarra, implica una mayor intimidad que cualquier otra forma pero uno no debe descartar la posibilidad de hacerlo de la mayor cantidad de maneras posibles. La canción como forma expresiva implica la posibilidad de que eso sea ejecutado de un modo muy crudo. Es una textura que es letra con melodía  y un acompañamiento básico. Eso tiene que ver con la historia del trovador, con la posibilidad que tiene un músico de poder llevar su instrumento y ejecutar una canción en cualquier lugar sin mayores dificultades. Mientras que el piano era el instrumento de la clase pudiente, que no se podía transportar, la guitarra era el instrumento que daba la posibilidad de trovar. Y ahí está lo básico de la canción y de la trova, me parece que ahí se esconde lo fundamental de lo que hacemos mientras que por otro lado también podemos ampliar nuestras posibilidades interpretativas y agudizar en trabajo agregando arreglos un tanto más profundos en escenarios más específicos.

-Hablando de formas de armar los repertorios. ¿Se imponen cierto tipo de canciones según los climas imperantes en cada época particular? 
-Cuando nosotros empezamos a trabajar con Juan nos propusimos cantar aquellas cosas que nos gusta cantar. Es una decisión explosiva que se da en un momento particular. Ahora bien, el clima de época incide de un modo muy fuerte sobre la sensibilidad de cada uno, sobre el modo y las ganas que tiene de cantar una cosa u otra. Nosotros tratamos de ser fieles a una necesidad personal a la hora de elegir el repertorio. Ahora, cuando vos hablás de «clima de época» hay que decir que las formas en que uno siente y mira el mundo se manifiesta en sus deseos y en sus acciones. Entonces ahí está pesando también en el armado y la elección. No es que uno tenga una estrategia relacionada con la temperatura diaria, pero ahí está lo que uno vive.

-Hablando de expresiones y formar de llegar a los públicos. ¿Crees que la canción sigue teniendo el peso declamatorio que tuvo en algún momento?
-La canción ha sido históricamente una forma breve y expresiva que ha dado cuenta de la experiencia humana y social. Desde las cuestiones más pequeñas e individuales hasta las más profundas y existenciales. Desde ese punto de vista yo creo que la canción es un reservorio de memoria y de cultura. Indefectiblemente me parece que la obra de arte está cada vez más fuertemente condicionada por el mercado. En nuestro caso estamos cruzados por una crisis muy grande en el mercado del disco que está siendo superado claramente por la difusión de la música on line. No sabemos cuánto más va a durar hoy por hoy la producción del disco compacto o si la emergencia de vinilos va a crecer o se va a extinguir o si la música on line se va a quedar o también va a esfumarse. Es un entramado muy complejo que puede analizarse desde diferentes lugares. Pero me parece que hay una canción que no está en las redes, que no se pasa por la radio ni por la televisión pero que se sigue cantando y circula por los lugares en los que se canta. Al mismo tiempo que existe la posibilidad de llegar a millones de personas vía YouTube, esos mismos artistas están tocando en pequeñas casas de familia para no más de veinte personas. Eso da cuenta de que hay una canción que se canta, que sobrevive y que demuestra que las posibilidades expresivas siguen siendo infinitas.

*Foto de portada: Folklore Club

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