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Maria Teresa Bosio: «Prohibir el aborto no sirvió para nada»

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El lunes 19 de Febrero del 2018, las plazas de la república argentina volvieron a llenarse de mujeres y hombres que pintaron de verde a los paisajes que se ocuparon con una única consigna: la despenalización del aborto. Fueron miles en algunas ciudades, cientos en otras. Cientos de miles expresándose a través de las redes sociales, reclamando y brindando su apoyo desde diferentes lugares del mundo. En Argentina, los abortos inseguros son la principal causa evitable de mortalidad materna. Se estima que se practican medio millón por año. Desde mayo del año 2005, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, Seguro y Gratuito reúne a más de 300 organizaciones y personalidades vinculadas a organismos de derechos humanos, de ámbitos académicos y científicos, trabajadores y trabajadoras de la salud, sindicatos y diversos movimientos sociales y culturales en pos de avanzar sobre una ley que despenalice la interrupción voluntaria del embarazo en nuestro país. María Teresa Bosio es la Presidenta de Católicas por el Derecho a Decidir, docente universitaria de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba y el año pasado fue elegida como Secretaria Adjunta del gremio que nuclea a los docentes universitarios cordobeses, ADIUC. Con ella conversamos sobre los avances y los retrocesos en los debates actuales, las posibilidades de pensar en una ley que despenalice el aborto en nuestro país y las dificultades para que dicha proyección llegue a buen puerto.

-¿Cómo analizas la gran movilización del lunes en todo el país que se enmarca en un tiempo en el que hay debates que empiezan a ocupar lugares y espacios que antes no tenían?
-Yo estoy realmente sorprendida por la gran cantidad de gente que se han concentrado en Córdoba. Nosotros habíamos llevado unos 300 pañuelos que volaron en el acto. Un montón de jóvenes sin pertenencia partidaria fueron llegando a la plaza y nosotros, al vernos, nos percatábamos del momento que estamos viviendo. Esto no existía hace diez años. Hubo un trabajo muy fuerte de los feminismos en general para trabajar sobre los derechos sexuales no reproductivos, para posicionarnos en esa agenda que era una agenda extraña para la mayoría de la población. Me parece que todo forma parte de un proceso que tuvo un punto de inflexión fuerte con una serie de políticas claras que se impulsaron en el gobierno anterior, aunque también es cierto que muchas de ellas no se hicieron efectivas en su implementación como la Ley de Educación Sexual Integral o el Programa de Salud Sexual y Reproductiva o los protocolos de abortos no punibles. Eso también aglutinó una buena parte de estas voces que cada vez se hacen más presentes en las calles.

-¿Por qué no se terminaron de implementar las políticas que recién comentabas? ¿Qué crees que pasó?
-Creo que dentro del Estado y las políticas del Estado hay sectores en permanente disputa. Nosotros vemos que dentro del sector salud hay un montón de compañeras y compañeros que están comprometidos con llevar adelante algunas medidas de avanzada como la atención pre y post aborto, pero también observamos  que hay otros profesionales que están en el mismo sector que son renuentes a aplicar estas políticas. En el caso de los abortos no punibles, desde la Guardia de Abogadas Feministas hemos  enfrentado muchísimos obstáculos que están dentro del mismo sistema de salud. Uno tiende a pensar que interfieren cuestiones que tienen que ver con las creencias religiosas pero yo no estaría tan segura porque muchas veces no son esos los argumentos que se exponen. Sí, me parece que en la práctica médica hay muchísimos valores morales conservadores que hacen muy difícil que una mujer pueda pedir la interrupción de su embarazo. Con la Ley de Educación Sexual Integral pasa lo mismo. Hay docentes que vienen implementando estos contenidos desde antes que la ley apareciese y hay otros que sostienen su decisión de no hablar sobre el tema. Entonces se hace muy difícil cuando hay profesionales que se niegan a llevar adelante estas prácticas, aun teniendo políticas públicas expresas que indican lo contrario. A veces, el límite está en los mismos actores del Estado.

-Decís que se ponen en juego un montón de factores a la hora de poner en juego la existencia de un debate que permita la puesta en marcha de todas estas políticas e iniciativas de Estado. ¿Cuánto peso tiene el desconocimiento o el ocultamiento de información en esa especie de cerrazón que expresan muchos de los sectores que se niegan a discutir?
-Yo creo que el desconocimiento en los docentes y en los profesionales de la salud es adrede. Yo soy docente en la Facultad de Ciencias Sociales y ahí se tienen muy claras estas cuestiones y en la mayoría de los casos son nuestros egresados los que impulsan y llevan a cabo las políticas que garantizan esos derechos de los que hablamos. Analizando el campo, uno se de cuenta que en un equipo de salud, muchas veces son los trabajadores y las trabajadoras sociales quienes llevan claridad y eso sucede porque hay un compromiso que viene desde los espacios de formación. No pasa lo mismo en la Facultad de Medicina, allí desinforman. Lo digo con conocimiento de causa porque hemos realizado capacitaciones para médicos y ginecólogas que en algunos casos no saben que existe el aborto legal y que existe un protocolo al respecto. Esa es la misma matriz de formación conservadora que hace que un montón de actores no participen del debate. En el caso de la Ley de Educación Sexual Integral el Estado hizo su trabajo, se recibió muchísimo material a nivel nacional y a nivel provincial. Hay una posición ideológica por parte de los docentes que deciden no hablar del tema o hablarlo desde una perspectiva específica. En la escuela siempre hubo educación sexual, todo el tiempo se impone una moral sexual desde el currículum oculto de las prácticas cotidianas que responde a un anclaje con matriz religiosa conservadora donde la sexualidad siempre es vista como pecado. Y en el centro de esa cuestión culposa del pecado están las mujeres.

-¿Es esa matriz la que hace que ni siquiera se discuta el tema en el Congreso Nacional?
-No se discute por miedo a que esa matriz opere y que eso afecte a la adhesión de la ciudadanía al gobierno de turno. Yo creo que siempre existió la idea de que el aborto es piantavotos y entonces nadie lo toma como parte de la agenda. Sucede que la realidad marca lo contrario, las mujeres venimos llenando las calles desde hace años reclamando por nuestros derechos y, puntualmente, por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Hay una reciente encuesta de opinión realizada en Córdoba demuestra que el tema está instalado y que cada vez se penaliza menos la mirada cultural que tienen las personas con respecto a lo que significa la interrupción del embarazo. Está demostrado que prohibir no sirvió para nada. ¿Cuánto hace que está prohibido el aborto?. Las mujeres siguen interrumpiendo su embarazo porque es una decisión que tiene que ver con la construcción de un proyecto de vida. Cuando alguien tiene un embarazo no deseado eso es algo que obstaculiza un proyecto de vida. Y no es una visión egoísta, es una visión que tiene que ver con una realidad concreta. Puedo estar estudiando, puedo estar desempleada, puedo estar mal con mi pareja y de pronto quedar embarazada, puede haber fallado algún anticonceptivo, pueden pasar muchas cosas que hacen que aparezca la necesidad de interrumpir el embarazo.

«Creo que siempre existió la idea de que el aborto es piantavotos y entonces nadie lo toma como parte de la agenda. Sucede que la realidad marca lo contrario» dice Bosio. Ayer, mujeres de todo el país volvieron a reclamar al Congreso el tratamiento y aprobación de una ley integral que contemple la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo.

-Entre las encuestas que aparecen, la mayoría señalan que hay una gran diferencia en las respuestas cuando se habla del aborto como práctica aislada y cuando se refiere al aborto como parte de una política integral de salud y educación. ¿Qué rol crees que cumplen los medios de comunicación en la difusión de esas perspectivas integrales que son las que efectivamente se vienen reclamando desde los movimientos a favor de la despenalización?
-Los medios de comunicación son espacios de formación y educación, en algunos casos. Que hay debates serios como el que instaló el programa de Rial, desde un espacio que ve todo el mundo y que para eso convoque a compañeras referentes del mundo del espectáculo, del periodismo, de la comunicación y de la militancia para tratar el tema desde el respeto y la información es algo muy positivo. Que se aprenda a escuchar desde los medios es algo fundamental. En un inicio, apenas si aparecía algo en Página/12 y otros medios feministas pero eso cambió. Hoy veo notas en Clarín, en La Nación, en La Voz del Interior y todas están presentadas desde la perspectiva que venimos defendiendo con un montón de compañeras desde hace años. También hay que reconocer que ha habido un gran trabajo de un montón de comunicadoras que desde la Red de Periodistas con Perspectiva de Género (RED PAR) se metieron en los medios y empezaron a disputar sentido desde ahí adentro.  Fue un trabajo y una estrategia muy acertada ocupar los medios desde los propios trabajadores y trabajadoras de los medios. Se notan los resultados.

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