Análisis

El invierno demográfico que nos anticipa la pandemia

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Es una corriente invisible que nos atraviesa pero que no alcanzamos a detectar, ni mucho menos a calibrar completamente sus consecuencias. Así suelen ocurrir las grandes transformaciones: en silencio, sin grandes anuncios y de pronto el mundo cambia y, sin preverlo, estamos pisando territorio nuevo.

En estos días estamos transitando un fenómeno que es mundial, que se viene manifestando desde hace varias décadas, pero está quedando más en evidencia a partir de la pandemia que afecta a todo el planeta.

Tiene que ver con el hecho de que el mundo está avanzando hacia una disminución de la población global. Estamos yendo hacia un planeta que en el futuro mediato tendrá menos seres humanos, y eso nos colocará a todos frente a consecuencias que todavía no alcanzamos a calibrar.

Un cambio cercano

En 2021 el planeta tiene cerca de 7.800 millones de personas, y según cálculos de diferentes organizaciones internacionales, la población seguirá creciendo en las próximas tres décadas para llevar el total por encima de los 9.000 millones de personas.

Si la velocidad de crecimiento poblacional continuara como en el último siglo, el planeta se dirigiría a una superpoblación de 11.200 millones de habitantes en 2100, según las proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Pero los demógrafos esperan que cuando el siglo 21 llegue a la mitad, el crecimiento poblacional se estanque y luego comience un leve pero constante retroceso en el número de habitantes.

Es lo que se ha denominado el invierno demográfico, a partir de la definición que creó hace varias décadas el profesor de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, Michel Schooyans. 

Esta caída en la tasa de fertilidad se deberá a varios factores, entre los que podemos mencionar el avance de los derechos de las mujeres, el avance de la educación y el avance de la anticoncepción.

Hoy, en plena pandemia de coronavirus, diversas estadísticas muestran que en numerosos países son más las parejas y personas solas que deciden no tener hijos, que postergan los embarazos porque prefieren esperar que pase esta coyuntura y tener más claro el futuro. Pero, más allá de la pandemia, esta tendencia se viene afirmando desde hace mucho tiempo.

Nuevos interrogantes

Por eso los demógrafos prevén que en las próximas décadas se profundizarán fenómenos como el envejecimiento poblacional, que ahora afecta solamente a países desarrollados pero que pronto comenzará a extenderse también a naciones en desarrollo. 

Esto generará muchos interrogantes sobre los sistemas jubilatorios, las organizaciones sanitarias y el mundo del trabajo en un planeta que comenzará a ver crecer de manera acelerada sus porcentajes de habitantes envejecidos.

También crecerá la migración, porque habrá poblaciones jóvenes que abandonen sus lugares de nacimiento en rincones del globo menos favorecidos para ir a trabajar a países donde necesiten mano de obra nueva, ya que las tasas de fertilidad no alcanzarán para reponer sus poblaciones económicamente activas.

Para que un país mantenga su población debe sostener una natalidad de 2,1 nacimientos por mujer, una tasa que hace mucho no alcanzan, por ejemplo, los países de Europa. Argentina, pese a no ser un país desarrollado, se encuentra en el borde de esa cifra límite, con una tasa de natalidad de 2,26, según estadísticas de 2018. En el 2000 esa tasa era de 2,54 y llegaba al 3,0 en 1990, lo que muestra a las claras que Argentina está reproduciendo, quizá por otros motivos, la misma tendencia que los países europeos.

Más muertes que nacimientos

Algunos esperan que esta transformación tenga consecuencias positivas, como la disminución de la contaminación y el calentamiento global, aunque también podría haber graves consecuencias para el desarrollo económico de los países y un aumento de la desigualdad global.

A partir de mediados de este siglo llegará un mundo en el que habrá más fallecimientos que nacimientos, y habrá más pueblos y zonas rurales que queden vacíos por falta de población, como ya viene ocurriendo en Europa.

Los últimos países en ver este fenómeno serán aquellos donde hoy no se permite la educación sexual y donde no se respeta el derecho de la mujer a decidir sobre sus propios cuerpos. Los países africanos y los países asiáticos musulmanes, por eso, se espera que sean los últimos en sumarse a esta transformación.

Según la revista The Lancet, en menos de 80 años el 95 por ciento de los países del mundo tendrán menos nacimientos que los necesarios para reemplazar a la población actual. Será un mundo nuevo, con menos personas y con diferentes desafíos.

 

 

*Periodista de la sección dominguera Primer Plano. Profesor de Investigación Periodística. Coordinador de Informes Especiales en La Voz del Interior. Autor de los libros «La Sagrada Familia», sobre corrupción en el Poder Judicial y «El reino de los Juárez», sobre Santiago del Estero.

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