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Revolución en Buenos Aires y ¿en Córdoba?

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El 25 de mayo de 1810, en el Cabildo de Buenos Aires, se produjo el hecho que marcó el inicio del proceso independentista. Ese día fue destituido el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y se conformó la Primera Junta, que es considerada el primer gobierno patrio.

“Hay que entenderlo como el inicio, como el primer paso de lo que después va a devenir en la nación independiente. El 25 de mayo de 1810 fue un día normal para el enorme Virreinato del Río de la Plata, el hecho puntual solo ocurre en Buenos Aires”, explicó el historiador y escritor, Esteban Dómina.

Dómina, historiador y autor de más de una veintena de libros.

La conformación del primer Gobierno patrio no fue un hecho aislado. Dómina sostuvo que hay al menos tres claves para entender la histórica jornada de mayo de 1810. Una de ellas está relacionada a lo que ocurrió meses antes, del otro lado del Atlántico. La invasión de Napoleón Bonaparte en España, el desplazamiento del rey Fernando VII y la posterior caída de la Junta Central de Sevilla generaron un vacío de poder. 

Cuando las noticias llegaron a Buenos Aires -cuatro meses más tarde- no tardaron en difundirse. Un sector de la sociedad integrado por intelectuales y comerciantes, entre ellos Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan José Paso, José Darragueira y Martín Jacobo Thompson, le exigieron a Cisneros un cabildo abierto para debatir lo acontecido en España. “Hubo una elite, un grupo de avispados patriotas, que dirigieron una operación política. La actuación y presencia de esta vanguardia es otra clave de ese momento, porque tenían claro dónde querían llegar y deciden, en el marco de un forcejeo político, conformar la Primera Junta”, señaló el historiador.

El apoyo de los regimientos, principalmente del Regimiento de Patricios cuyo jefe era Cornelio Saavedra, tuvo un papel central en el éxito del primer Gobierno patrio.

El 25 de mayo de 1810 en el Cabildo de Buenos Aires.

¿Qué ocurrió en Córdoba?

– ¿En Córdoba que pasó ese 25 de mayo de 1810?

– Fue un día normal, transcurrió como un día más porque estaba totalmente alejada de lo que pasaba en el Cabildo de Buenos Aires. La noticia empezó a trascender con el correr de los días, cuando llegaron los mensajeros que traían la información a las intendencias del Virreinato.

Dómina lo definió como un “acontecimiento exclusivamente porteño”, ya que ninguna otra intendencia del Virreinato del Río de la Plata participó de las decisiones que se tomaron en la capital. Además, el Cabildo de Buenos Aires no tenía jurisdicción sobre todo el Virreinato.

– ¿Qué pasó cuando la noticia llegó?

– Cuando llegó la noticia, la élite cordobesa y la alta dirigencia tomó la decisión de no acatar. Esto se debe entender a la luz de que había una tradición, desde 1573, de fidelidad a la corona española. Entonces la noticia de que habían decidido crear una Junta, que ahora mandaba en todo el Virreinato, no había caído bien.

Desde su construcción a principios del siglo XVII, el Cabildo de Córdoba sufrió numerosas tranformaciones.

Son los referentes y las altas autoridades de la sociedad las que impulsan una contrarrevolución. De esas reuniones decisivas habían participado Juan Gutiérrez de la Concha, gobernador; Rodrigo Orellana, obispo; Santiago Allende, el jefe de la guarnición; y Santiago de Liniers, el ex virrey que estaba asentado en Alta Gracia. Quien también participó fue Gregorio Funes, el deán de la iglesia catedral de Córdoba, pero con una postura diferenciada del resto.

– ¿Por qué Gregorio Funes se diferenció de la decisión de la mayoría?

– Era el único miembro de esa élite que realmente apoyaba la causa de mayo. Él tenía contacto con miembros de la Junta -con Belgrano y Castelli-, por eso es el primero en adherir a los postulados de la revolución. 

Esteban aseguró que en el resto, el sentimiento españolista fue superior, por lo que iniciaron una contrarrevolución: “Siempre fue más fuerte el españolismo. Había una afección hispánica muy fuerte, además de una rivalidad manifiesta con Buenos Aires. Córdoba no se sentía inferior, porque tenía sus propias virtudes, y eso pesó en los ánimos”.

Los hechos se precipitaron cuando la Junta envió una expedición armada, al mando de Francisco Ortiz de Campo, para sofocar el alzamiento que no tenía suficiente respaldo popular. Córdoba sufrió las consecuencias de su decisión: Gutiérrez de la Concha, Allende, Liniers y otros vecinos notables fueron fusilados. 

La primera sangre de la Revolución de Mayo corrió en Córdoba. Fue solo ese primer momento, porque después rápidamente se plegaron a la causa independentista. Aportó soldados a los ejércitos de la patria e incluso la primera fábrica de armas se instaló acá. A pesar de cooperar Córdoba estuvo virtualmente intervenida hasta el año 1815”, relató el historiador.

El cordobés con mayor protagonismo y alto perfil, posterior al 25 de mayo de 1810, fue Gregorio Funes. El deán de la Catedral fue elegido como diputado, por lo que representó a Córdoba en la Primera Junta.

El 25 de mayo en la bibliografía

Los manuales escolares relatan el 25 de mayo de 1810 como un hecho festivo. Sin embargo, Dómina consideró que fue, en clave política, un antes y un después. “Fue un hecho disruptivo, el primer paso para la temporada independentista, pero es importante no desconocer todos los hechos anteriores y posteriores a ese día”, destacó. 

– ¿Ha variado en estos años la mirada historiográfica del mayo revolucionario?

– No, no veo que haya cambiado demasiado. Considero que se le sigue dando la misma connotación, entendiéndolo como el hecho superior de la historia argentina, ya que pone en marcha el proceso independentista que culminó con la firma de la Independencia el 9 de julio de 1816.

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