Análisis

Segundo tiempo: ¿Cómo es el país que piensa Macri?

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Mauricio Macri está decidido a jugar de lleno para ser protagonista de lo que él considera “su segundo tiempo”. Aunque todos los movimientos apuntan a la instalación de una posible candidatura, el ex mandatario está preparando el terreno para “asegurar” que un eventual nuevo mandato de Juntos por el Cambio, espacio del que es padre y máximo referente histórico, avance en la dirección en la que su gobierno no pudo. Y lo haga de manera rápida y sin gestos dubitativos. “En la misma dirección, pero más rápido”, le había dicho a Mario Vargas Llosa en una reunión de la Fundación Libertad en el 2019. “Es por ahí”, asegura ahora y busca que nadie del espacio tenga dudas respecto al camino.

“Para qué” se llama el libro que saldrá a la venta el próximo 19 de octubre. En su contratapa, se presenta casi como un libro de autoayuda. “Este libro trata sobre el misterioso camino hacia la felicidad. Es mi viaje personal y lo que aprendí en él. Es el para qué de tantas cosas hechas y de las que aún quedan por hacer. Para qué ser presidente de un club de fútbol, para qué cambiar una ciudad y, sobre todo, para qué cambiar un país”. Adentro, el libro aborda esa experiencia macrista que avanza reflexivamente sobre el más descriptivo “Primer tiempo”, editado a comienzos del 2021.

A modo de adelanto y promoción, la editorial Planeta lanzó un adelanto que se llama, sin vueltas, “Segundo Tiempo”.  Allí asegura que “el Estado argentino, tal como lo conocimos, ha colapsado” y lanza los lineamientos básicos de lo que él considera como una hoja de ruta para la próxima gestión destinada a terminar con “demasiados años de frustración que pesan sobre muchas generaciones”.

“He escrito ya que el gradualismo fue producto de nuestra debilidad y no de nuestra vocación. El próximo gobierno será más fuerte y su fortaleza requerirá que las reformas estructurales se sancionen en las primeras horas”, dice Macri que propone “terminar de inmediato con legislaciones obsoletas en materia laboral, sindical, previsional y fiscal. Es otro de mis aprendizajes en la presidencia. Lo que no se hace de entrada es muy probable que no se pueda hacer nunca”. Allí, una primera muestra de continuidad con su mandato que comenzó en el 2015 y se extendió hasta el 2019. En la columna de los aprendizajes, Macri parece haber tomado nota sobre las formas y estrategias, pero no sobre los horizontes, que no cambian demasiado.

«He escrito ya que el gradualismo fue producto de nuestra debilidad y no de nuestra vocación. El próximo gobierno será más fuerte y su fortaleza requerirá que las reformas estructurales se sancionen en las primeras horas». Macri

En un tono propio del libertarismo comandado por Milei, pero a tono con un discurso que parece haber penetrado con fuerza en las discusiones políticas que se replican en la escena pública casi a diario, el ex presidente de Boca pide por una “reducción drástica del gasto público”, en la que “cada ministerio, cada área, cada repartición pública deberá impulsar todas las reducciones que sean necesarias de manera urgente e inmediata”.  “El legado del kirchnerismo será un Estado elefantiásico, torpe e ineficiente”, asegura para justificar una receta que parece querer reducirlo a su expresión más básica.

A diferencia del Macri de la campaña del 2015, cuando parecía decidido a dejar en pie las cosas que funcionaban y cambiar aquellas que le parecían necesarias modificar, el modelo 2022 avanza en una clara dirección privatista que quiere ponerle fin al “proteccionismo a costa de los bolsillos de los consumidores”. “No será cuestión tan solo de hacer recortes aquí y allá. Es mucho más que eso. Existe una larga lista de empresas públicas que deberán pasar a ser gestionadas por el sector privado sin excepciones, o que deberán ser eliminadas”, dice sin dobleces.

Al igual que en su primer libro, Macri no da demasiadas vueltas para decir las cosas. La diferencia quizás radique en los horizontes abordados en cada material y en las consecuencias que podría tener su éxito, o su fracaso. Así como “Primer tiempo” sirvió a muchos para mirar para atrás y simuló ser una especie de autocrítica que justificó debilidades propias en el accionar del kirchnerismo, esta segunda entrega de escritos macristas apuntan a un horizonte que quizás no todos compartan dentro de su espacio.

“Juntos por el Cambio debe volver al poder con el objetivo de construir un capitalismo verdadero en la Argentina. Un lugar de oportunidades para emprender en un marco de estabilidad. Con menos impuestos y con mejores servicios públicos. Con un servicio de justicia independiente y profesional, alejado de los vaivenes de la política. Con fuerzas de seguridad reconocidas y capacitadas, dedicadas a dar un combate sin cuartel contra el narcotráfico”, el tema es cómo. Y por lo dicho más arriba, hay cuestiones que tendrán que ser saldadas si es que la hoy colación opositora pretende no implosionar.

Macri asegura haber hablado sobre sus ideas con gobernadores, sindicalistas, empresarios, periodistas y políticos de distintas orientaciones ideológicas. Nadie discute que así sea, siendo el líder del PRO uno de los dirigentes más importantes del país. “En muchas ocasiones se han manifestado de acuerdo. Todos saben que el modelo actual es obsoleto y que, de mantenerlo, las cosas solo pueden empeorar”, asegura imponiendo ya una mirada personal respecto a esas conversaciones.

En un capítulo, puntualmente es el 25, en el que también arremete contra el sindicalismo y los movimientos sociales, a los que llama “extorsionadores de la paz social”, “gerentes de la pobreza” y portagonistas de una “intermediación parasitaria en materia de distribución de ayuda tiene”, Macri acusa al círculo rojo de “sostener en público algo diferente a lo que dice en privado”. Pero no les dice “cagones”, les dice “interesados”. “El cambio para muchos de ellos significa, llegada la hora de la verdad, el fin de sus privilegios. Naturalmente, esta situación los conduce hacia este tipo de conductas contradictorias. Al final del día el círculo rojo dice querer todas las reformas con excepción de una: aquella que afecta sus intereses”, asegura.

Macri parece haber tomado nota sobre las formas y estrategias, pero no sobre los horizontes, que no cambian demasiado

Macri todavía no asumió públicamente sus intenciones de ser el candidato de Juntos por el Cambio, aunque si advirtió que hará lo posible para que la dirección de un eventual nuevo mandato con comando amarillo garantice el timonazo que quedó trunco en su gobierno. “No habrá oportunidad de dar menos que lo que se nos exige. La sociedad no va a perdonar a un gobierno que no esté a la altura del mandato”, advierte sobre el final del capítulo en el que deja sentada su voluntad ideológica que, de un momento a otro, podría desembocar en una candidatura.

No tiene apuro, sabe que su decisión condicionará definitivamente a la alianza opositora. Nadie puede negar que su figura ha crecido hasta un punto que pocos imaginaban luego de su derrota en 2019. Durante casi tres años se movió como un estratega que monitoreaba los movimientos de un espacio que, contra todos los pronósticos, aún se mantiene en pie. Tiene enormes diferencias con algunos de los actores más importantes de ese armado. Algunos lo critican abiertamente, como Manes, otros le mojan la oreja y lo invitan a una interna, como Gerardo Morales, y otros hasta se animan a relativizar su capacidad de tracción, como el mismísimo Horacio Rodríguez Larreta. Poco importan, el capitán de los halcones amarillos se autopercibe oráculo y se anima a indicar el camino, a viva voz y sin pedirle permiso absolutamente a nadie.

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