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Sonia Torres: «Tengo tatuada en el alma la esperanza»

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“Buscándote”, reza la información de contacto del WhatsApp de Sonia Torres, acompañada de una foto de ella en blanco y negro, con la insignia en la cabeza que identifica a las madres y abuelas de Plaza de Mayo. 

A sus 93 años, no se da por rendida y mantiene la búsqueda activa de su nieto, el hijo de Silvina Parodi y Daniel Orozco, quienes fueron secuestrados el 26 de marzo de 1976, a dos días del inicio del último golpe militar.

En diálogo con Mano a Mano, la máxima referente de Abuelas en Córdoba expresa su alegría por la recuperación de dos nietos a finales de 2022, cuenta los avances de la organización en la provincia e insiste que no se va a ir sin encontrar a Daniel Efraín o Efraín Daniel.

¿Cómo se siente desde adentro la recuperación de dos nietos a fines de 2022?

Infinitamente alegre, porque hacía tres años que no encontrábamos ningún nieto. Con esto de la pandemia, la gente quedó bastante asustada y no concurría a Abuelas. Además, nosotros tuvimos un periodo donde el gobernador nos regaló una casa. Así que pasamos de una casa a otra, aunque eran pocas cuadras, pero los archivos siempre son muy odiosos para transportarlos.

En 2022 hubo avances en Córdoba con su sede propia. ¿Qué sensaciones le genera eso después de tantos años de trabajo?

El gobernador Juan Schiaretti siempre nos ayudó. No solamente en esta gestión, sino en la anterior. Estábamos muy reducidas en el lugar anterior, porque la gente adulta que venía a preguntar por su identidad, necesita intimidad. Y no les gusta, por ejemplo, que los reciba una persona que lo recibió antes, porque después no vuelven. Quieren intimidad, porque lo que van a afrontar es bastante difícil. Así que le contamos eso al gobernador e inmediatamente se puso a disposición. Nos dio una casa en pleno centro (calle Rivadavia al 77). A partir de eso, que hace poquito lo hemos inaugurado, va gente a preguntar de todas las edades.

Sonia Torres es la única abuela que ha quedado viva en Córdoba. Por eso, cuenta que incorporan gente más joven a la organización y que firman convenios con diferentes instituciones, como la Secretaría de Derechos Humanos, la Agencia Córdoba Cultura y la Facultad de Filosofía de la UNC, para garantizar que continúen con su legado.

Ignorar todo eso es más desgarrante que saber

¿Cuál es la situación en la que se encuentra la búsqueda personal de su nieto?

Tengo tatuada en el alma la esperanza. Estoy como el primer día buscándolo, buscándolo aquí en el país, en otros países, a la vuelta de la esquina. Siempre buscándolo. Yo estoy convencida de que no me voy a ir hasta que no lo encuentre. Porque es la promesa que le hice a mi hija y a mi yerno. Entonces yo creo que sí lo voy a encontrar.

¿Qué pudo saber del paradero de su hija en la dictadura?

Eso fue muy desgarrante. Porque yo lo quise así, ¿no? Yo lo quise así, yo quise saber qué pasos había dado Silvina, dónde la habían llevado. Tenía en ese momento muchos amigos que me podían decir. Así que supe cuando parió Silvina, qué día nació su hijito, dónde la llevaron después. Lo único que no sé es a qué familia entregaron a su hijo. Ella presenció la tortura y muerte de su marido. Después la sacaron del Buen Pastor (ex cárcel ubicada en Nueva Córdoba) y la llevaron y fusilaron en La Perla. Paso a paso, conocía el sufrimiento, el martirio de Silvina. Pero lo volvería a hacer, porque ignorar todo eso es más desgarrante que saber.

La monja Monserrat Tribo, que estaba a cargo de la Casa Cuna, entregó su nieto a una familia. Pese a la persistencia de Sonia, siempre se negó a informar el paradero y, al momento de ser citada a declarar por la Justicia, se fugó a España.

A sus 93 años, ¿cómo hace para no darse por rendida?

Y en que buscamos… tengo tatuada en el alma la búsqueda. Entonces me levanto como siempre, como hace 46 años. Y trato de incorporar ideas que me permitan estar más cerca, hacer cosas que nunca habíamos hecho. Yo me siento bien. Tengo la cabeza fresca todavía.

¿Ha soñado con su hija?

No solamente soñado. Siempre en la oscuridad… es como si se personificara ella. Yo tengo también otro hijo que murió en un ataque de asma. Así que a ellos siempre los tengo presentes: cuando estás bañándote, cuando estás comiendo, cuando estás acostada. Entonces, por ahí es como si se personificaran en la sombra. No sé si te ha pasado alguna vez, pero yo tengo algo que si estoy pensando en una persona, la encuentro. O me llama por teléfono o la veo en la calle. Eso me ha pasado bastante tiempo. Y con todos los hijos que tengo, es como si al prender la luz de una pieza se personificaran en la sombra. Eso es un alivio para mí.

¿Y con su nieto?

No, con mi nieto no he soñado. Busco las caras en las fotografías que tengo. Yo hice 15 carpetas y lo busco en la cara de los parientes, de los amigos. Mucha gente se ha acercado a mi casa, y de eso estoy muy agradecida, diciéndome que en tal lugar está mi nieto. Pero no es tan fácil.

Sonia Torres sostiene que no le da importancia a aquellas declaraciones de ciertos sectores políticos y de la sociedad que reivindican la dictadura militar o la mano dura.

“Yo trato de seguir lo que me propuse, que es trabajar para Abuelas, porque no solo tengo que buscar al hijito de Silvina, sino de las abuelas que se fueron y ya no pueden. Así que no pienso en la muerte. Para nada”, expresa.

Por último, y como cada entrevista que brinda, pide ayuda a los cordobeses y argentinos en la búsqueda de los nietos apropiados de 1976 a 1983.

Dicen que no hay nada más subversivo que una madre que perdió a su hijo. En el caso de Sonia Torres, se suma el dolor de su nieto. Ella aún mantiene la esperanza (y la promesa) de hallarlo y conocerlo después de 47 años.

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