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Un club al rescate de Beagles
Compañeros, enérgicos y juguetones. Así se suele definir al Beagle. “Son cachorros toda su vida”, agrega Gabriela Ponce de León, presidenta del Club del Beagle Córdoba, una asociación que rescata perros de esta raza.
Pese a las características tan particulares, que pueden llegar a seducir a quienes quieran tener una mascota en el hogar, el abandono y maltrato contra el Beagle crece cada vez más: el club recuperó, y posteriormente dio en adopción, 150 perros entre 2014 y 2021. Desde el año pasado, ya se entregaron 70.
Problemas de salud, criaderos legales e ilegales que permutan los canes adultos y familias que no asumen la responsabilidad de cuidar un perro, son los casos que se repiten en Córdoba y el país.
A pulmón y con dinero que muchas veces sale del bolsillo propio, un grupo de voluntarias y amantes de los Beagles lleva adelante el rescate, cuidado y acogimiento de estos perros. Fundado por Celeste Barrera en 2014, actualmente lo preside Gabriela Ponce de León.
“Yo era bichera, tenía todo tipo de animales”, cuenta Gabriela en diálogo con Mano a Mano, con la singularidad de que mientras ella encabeza este acto de solidaridad por el mejor amigo del ser humano, su padre fue un pequeño criador de dogos.
“Criaba para vender en el patio de casa, pero no era de esos que no llegaban a tener crías y ya las hacía embarazar de nuevo”, aclara, para luego contar que hizo el click de la importancia de la reproducción cuando llegó una Beagle a su casa y empezó a buscar información de la raza.
“Un Beagle puede ser un demonio”, dice mientras acaricia a Moa y Olivia, sus mascotas, junto a Jack Daniel, un perro adulto que albergó unos días para entregar a una pareja de La Pampa.
Detectan perros desnutridos, con problemas de ojos de cereza, daños en las cervicales (por lo general, por la obesidad), diabéticos y maltratados. “En algunos casos agarrás una escoba para barrer la casa y salen huyendo”, cuenta sobre el trauma generado.
El club es tan riguroso en el proceso de adopción, que los interesados deben completar un formulario con su profesión, tipo de vivienda, enfermedades en la familia, planes de vacaciones y otros animales en la casa, entre otros datos.
Además, al momento de la entrega, firman un contrato en el que se comprometen con el cuidado del perro, un paseo con correa y a enviar fotos y/o videos para informar el estado de salud del animal. En caso contrario, puede volver al club para ser nuevamente reubicado.
Gabriela remarca que es clave la función de los voluntarios que se ofrecen a tener en guarda a los beagles de manera provisoria hasta la adopción. Y luego añade: “Sería ideal tener un refugio”.
El club afronta gastos en alimento, traslados, medicación, operaciones y tratamientos. Sobre la financiación, reciben ayuda de los más de 8.000 de personas que siguen la página de Facebook. Pero otros desembolsos salen del comité integrado por cinco mujeres.
“Se necesita paciencia para tener un beagle, pero pasado el tiempo son los mejores compañeros”, cierra Gabriela.
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