Análisis

La insoportable levedad de los ministros argentinos de Economía

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Los ministros de Economía argentinos son como globos, siempre están flotando en el aire, se desinflan rápidamente y, más de una vez, explotan al primer toque.

Hoy le toca al ministro de Economía Martín Guzmán, quien se encuentra a merced de los vientos por una combinación de motivos, propios y ajenos.

En mayo de 2021 su autoridad fue puesta en tela de juicio cuando no pudo despedir al subsecretario de Energía, Federico Basualdo, pese a que contaba a su favor con el visto bueno del presidente Alberto Fernández.

Pero el funcionario de segundo nivel siguió firme en su cargo, apoyado por La Cámpora y por la vicepresidenta Cristina Fernández, por esas cosas que tiene el original esquema de poder votado por los argentinos en 2019.

Heridas para un ministro

La desautorización del ministro tuvo otros capítulos. No sólo le prohibieron aumentar las tarifas al nivel en que él lo había previsto en el presupuesto nacional, sino que desde el propio oficialismo intentaron limitarle la libertad para decidir sobre los fondos especiales que liberaría el FMI.

El ministro quería usar esos miles de millones de dólares extra para pagar deuda, pero un sector de la alianza de gobierno le señaló el calendario y le recordó que a fin de 2021 hay elecciones nacionales legislativas, que sería bueno ganarlas, y que aquel dinero tendría mejor destino si se usaba para engordar la masa de subsidios y ayudas que puedan ablandar las voluntades en el día de los comicios.

En medio del actual derrumbe económico, en plena pandemia y en un año de elecciones, los planes de Martín Guzmán fueron heridos seriamente.

Su pronóstico de inflación del 29 por ciento anual se evaporó en el aire, el presupuesto que le aprobó el Congreso pasó a ser ciencia ficción, y la negociación fundamental de un acuerdo con el FMI por la deuda se vio obstaculizada por el propio gobierno que él integra.

Como sea, todas esas no fueron más que las primeras señales claras que recordaron que el devenir de Guzmán como ministro estaba limitado en el tiempo. Que él tampoco, como muchos de sus antecesores, parecía haber sido elegido por las estrellas para terminar en el cargo a lo largo de toda una gestión presidencial.

Rumbo al ministro 128

Cuando Guzmán, en el momento que sea, termine dejando el Ministerio, Argentina verá llegar al ministro de Economía número 128 de su historia.

El cargo de ministro de Economía es el más inseguro y menos durable que tiene la política argentina.

Guzmán es el ministro de Economía 127 de la historia y el ministro número 25 desde el retorno de la democracia en 1983.

La cartera de Economía fue creada hace casi 170 años, en 1854, y aunque nos resulte sorpresivo ahora, todos los primeros ministros de economía fueron abogados. Recién con el arribo del peronismo allá por 1946 llegaron los primeros ministros con formación económica.

La persona que es nombrada ministro de economía en la Argentina dura muy poco en el cargo, lo que es un indicador de que hace 70 años estamos en un carrusel de crisis económica tras crisis económica. Nunca tenemos la suerte de enganchar la sortija.

Hablemos de récords: el ministro de Economía que menos duró en el cargo fue Miguel Ángel Roig, ministro del presidente Carlos Menem, quien a los siete días de asumir murió de un infarto, en 1989.

En el otro extremo, el ministro que más duró en funciones fue el cordobés Domingo Cavallo, también ministro de Menem y del presidente Fernando De la Rúa. Estuvo 2.287 días a lo largo de sus dos mandatos.

Sólo hubo otra persona que fue dos veces ministro de Economía. Fue Roberto Lavagna, quien se desempeñó con los presidentes Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.

Vidas breves

Los ministros argentinos duran, en promedio, solamente 14 meses en el cargo, así que el ministro Martín Guzmán, que asumió en diciembre de 2019, por lo menos superó el promedio de sus predecesores.

El nombre del ministerio fue cambiando con los gobiernos. Se llamó ministerio de hacienda, de finanzas, de economía y trabajo, de economía y servicios públicos, etcétera. Hasta hubo un presidente que lo redujo a ser secretaría. Fue Adolfo Rodríguez Saá, quien apenas duró siete días en su inolvidable presidencia.

Si Guzmán se va, se irá también la promesa de Alberto Fernández de ser el presidente que tenía como prioridad acordar con el Fondo Monetario e integrar a la Argentina en el mercado internacional. Lo que queda es, otra vez, un país con cifras que marcan la profundización de la pobreza y con un gobierno que sólo aspira, a cualquier precio, a mantenerse en el poder.

 

*Periodista de la sección dominguera Primer Plano. Profesor de Investigación Periodística. Coordinador de Informes Especiales en La Voz del Interior. Autor de los libros «La Sagrada Familia», sobre corrupción en el Poder Judicial y «El reino de los Juárez», sobre Santiago del Estero.

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